En internet todo son datos. Cada interacción que hacemos, cada post que publicamos en un blog, cada foto que compartimos por mensajería, cada búsqueda que hacemos, cada ruta que seguimos con la ayuda de Google Maps. Todo eso cuesta dinero. Almacenar todo eso requiere discos duros y ordenadores. Todos esos servicios requieren bases de datos, frontales web, aplicaciones de backend, firewalls, centros de datos donde colocar todo eso… y su desarrollo y mantenimiento. Muchas, muchas horas de trabajo de mucha gente. Al final, dar esos servicios y guardar esos datos cuesta mucho dinero. Esto es así en internet desde que nació. Y al principio casi todo era gratuíto pero a la vez era escaso o era de pago y además escaso. Nos comunicábamos por chats (Santos irc y XMPP), por correo electrónico o, sobre todo, mediante foros. En algún momento la gente que daba esos servicios se vió en la necesidad de mantener económicamente esas aplicaciones. Algunos optaron por pedir dinero a sus usuarios. “Si usas esto, qué mejor que ayudar a mantenerlo”. Pero otros vieron el negocio. ¿Y qué pasa si uso todos esos datos para explotarlos económicamente? ¿Qué pasa si muestro publicidad en base a los gustos de mis usuarios o vendo los gustos de mis usuarios a terceras empresas?
E internet cambió para siempre.
¿Para siempre? Creo que me he pasado de dramas. Igual no para siempre, pero si de una forma absolutamente radical. No sé quienes fueron los primeros, pero el caso más claro fue Google. Empezó a aparecer publicidad en la aplicación de correo, que era la mejor en su momento, la que más espacio daba y todo eso. Le siguieron otros. Nacieron las redes sociales y desde el primer momento se habló de que eran deficitarias. Igual que pasó con Whatsapp al principio, que era una aplicación de pago que te iba dando avisos para que pasaras por caja (qué tiempos ¿eh?). Las grandes empresas detrás de los servicios maniobró para que aquellas cosas que eran difícilmente monetizables desaparecieran (¿recordáis cómo murió Google Reader de un día para otro sin venir a cuento?) y se potenciaron otras en las que hemos perdido, desde entonces, miles y miles de horas: las redes sociales. Aquellos servicios que eran usados y difíciles de explotar económicamente eran comprados y cerrados o modificados para convertirlos en otra forma de ganar dinero. Sus usuarios pasamos a ser “usados” y se dió la vuelta a la tortilla. Las personas dejaron de ser los beneficiarios de usar un servicio para que el servicio fuera el beneficiario de usar a las personas.
Ha llegado el momento de parar, sentarse y pensar ¿qué hostias está pasando? Y recapacitar ¿quiero seguir formando parte de esto?
Hay alternativas no comerciales. No son tan bonitas, no llaman tanto tu atención, no buscan que estés ahí horas y horas. Pero eso es porque no te usan para ganar dinero contigo… perdón, de ti. Ha llegado el momento, al menos para mi, de dejar aparcado twitter, de usar sólo mastodon, de usar este blog que está alojado por un colectivo, de usar sólo el correo al que doy dinero de