Implementar el manifiesto Agile

Pocas personas que no trabajen en el mundo del software, y bastantes que si lo hacen pero que están anclados en formas de trabajar “antiguas”, conocen el Manifiesto Agile (no traducir Agile como Ágil así, alegremente, porque lleva a confusiones). Este manifiesto propuso, a principios de siglo XXI, un cambio de la forma de trabajar en las empresas de desarrollo de software. Este manifiesto viene de una metodología anterior llamada “Programación extrema” y bebe bastante del sistema de organización de líneas de producción ideado por Taiichi Ohno para Toyota llamado “Kanban“. El Manifiesto Agile propone una forma de trabajar autoorganizada, iterativa, funcional y adaptativa al cambio.

La forma de trabajar, aplicando este manifiesto con más o menos rigor, pasa a ser la siguiente:
El grupo de trabajo se organiza de forma horizontal. Es el equipo el que decide, en reuniones iterativas, qué se va a hacer durante a jornada de trabajo y quién lo va a hacer. Periódicamente, cada dos a cuatro semanas, el equipo se junta con el jefe del producto para saber qué va a querer para la próxima iteración y para enseñarle lo que se ha realizado en esta. De modo que el jefe del producto solo dice “me gustaría que diérais prioridad a esto” y es el equipo el que dice “pues en esta próxima iteración de cuatro semanas te vamos a hacer esta cosa, que es la que quieres, y la vas a tener disponible”. Es, al final, una forma de trabajar que roza, con mucho, el anarquismo: no hay jefes, no hay órdenes. El jefe de producto no dice qué es lo que se tiene que hacer ni quién tiene que hacerlo. Él sugiere y el equipo dispone. ¿Que hay un cambio de prioridades? Pues se negocia, se mete algo en la iteración y se saca algo del mismo peso. Al final el equipo ha estimado, en la reunión con el jefe de producto, cuanto esfuerzo requiere cada tarea y se ha comprometido de una forma realista a hacer una serie de tareas para las que tiene capacidad. No solo son grupos autorganizados, además son grupos autónomos y responsables.

Los intengrantes son:

  • El jefe de proyecto, que es el que pide cosas
  • El equipo de desarrollo, que es el que curra
  • El scrum master (este es opcional) que es el que vela porque todos los procesos de organización se hagan correctamente

¿Es aplicable el manifiesto agile a otras formas de la vida? Si, por supuesto. En los últimos tres años he conocido a gente que ha organizado su boda usando un tablón Kanban, gente que ha organizado su mudanza (yo mismo) con este tablón. Gente que usa iteraciones, llamadas sprints, en su día a día en su casa para organizar las tareas domésticas. Y muchos equipos de trabajo que han logrado hacer proyectos impresionantes organizándose asambleariamente (aunque ellos lo llamen “mediante daylis”).

Entonces hoy me ha dado por pensar

¿Podríamos aplicar la metodología Agile a un sindicato?

Y la respuesta ha sido: si. Y os explico primero el porqué.

Me parece increíble que en mi entorno laboral, trabajando por cuenta ajena en una empresa capitalista que factura millones de euros anuales, me esté organizando de una forma, en mi día a día, más anarquista que en un sindicato que se dice “anarcosindicalista”. Me parece increíble que esté más jerarquizado un sindicato que una empresa.

Y ahora, el cómo.

El sindicato se organiza en diferentes secretarías (jurídica, acción social, acción sindical, comunicación) y grupos de trabajo para cosas concretas: montar una huelga en una empresa, hacer una campaña, etc… cada uno de estos grupos sería un “equipo de desarrollo”, una persona responsable, ya sea la que ostenta la secretaría correspondiente del sindicato o la designada para llevar a cabo la acción, sería el scrum master. El resto de las personas militantes que ayudarán en una tarea o en otra, serían parte del equipo de desarrollo. Pero todas las decisiones, las metas que se quieren alcanzar, no las toman ellos: las toma la asamblea.

La asamblea del sindicato es la que toma las decisiones, con lo que, en nuestro caso, la asamblea sería el jefe de producto. Periódicamente, podría ser cada dos meses, por ejemplo, la asamblea debería ver cómo han trascurrido los dos meses anteriores, identificar cuales han sido los problemas, y decidir qué se quiere conseguir en los dos meses siguientes: pero buscando que los objetivos sean SMART (Specific, Measurable, Archievable, Relevant and Time-bound) o lo que es lo mismo: Específicos, Medibles, Alcanzables, Relevantes y Adaptables en el plazo. Es decir, la asamblea no decidirá que mañana sol y buen tiempo ni decidirá “hay que alcanzar la anarquía” porque no son ni suficientemente específicos, ni realistas ni se pueden alcanzar en el plazo de dos meses.

De modo que cada equipo de trabajo mostraría a la asamblea lo que ha hecho desde la asamblea anterior y la asamblea les diría lo que quiere para el siguiente periodo de tiempo. Todo esto negociado, en la asamblea, y con un tablero delante en el que se crearían las tareas.  Las personas que forman el equipo saben lo que cuesta, de esfuerzo, llevar a cabo cada una de las tareas, con lo que sería capaz de decidir, de todo lo que quiere la asamblea, qué cosas si se van a poder llevar a cabo o que cosas requieren de más militantes para alcanzarlas.

Todo esto funciona en las empresas capitalistas, que se supone que son lo más alejado del anarquismo ¿por qué no va a funcionar organizarse asamblearia y horizontalmente en un sindicato anarcosindicalista?