Si no se puede bailar, tampoco es mi revolución

Lo bueno de poner orden en las fotos es que afloran recuerdos no muy antiguos pero que a uno le animan, como encontrar la foto de la #AcampadaPolicía, o que a uno le dan cierta añoranza, como las fotos de las actuaciones de D-Mentes. Y entre fotos de los perretes jóvenes y lozanos, de los gatos que ya no están conmigo y de manifestaciones, manifestaciones, concentraciones y más manifestaciones a uno le da por pensar.

Que buenos tiempos aquellos en los que pensábamos que estábamos cambiando el mundo, poco a poco, con cada acción, con cada movilización. Que crédulos fuimos, pero qué bien nos lo pasamos. A fin de cuentas, si el activismo no tiene sus momentos divertidos, si no es motivador y no nos “eleva el espíritu” ¿qué nos queda? ¿Ser unos gruñones y amargados que hacen cosas por “tradición”, por “principios” o por pura y dura “profesionalización”?

He vuelto a mirar el ensayo general de la actuación de títeres que nos llevó a hacer catorce actuaciones. Las fotos de una concentración en solidaridad por otros titiriteros detenidos por hacer una obra que no distaba mucho de la nuestra y con los cuales tuvimos el gusto de hablar y casi fraguó el actuar juntas… Que bien nos lo pasamos durmiendo en un convento okupado en Zafra, actuando en las fiestas de Poble Sec en Barcelona, en Aluche con una actuación no anunciada del grupo de teatro de No Somos Delito que simularon una detención en el CSA donde estábamos…

Yo quiero volver a aquellos tiempos en los que hacíamos cosas sin parar, sin preocuparnos porque a unos amargados les pareciera bien o mal. Lo hacíamos y punto. El pasado miércoles estuve en la fiesta que montó la Coordinadora de Informática de CGT en el CSOA La Ingobernable y pensé lo mismo. Que grande es poder hacer cosas, crear, apoyar a las compas que lo necesitan y gozarlo. Si, terminamos agotados tras cinco horas de fiesta, barra y solidaridad a raudales, pero felices, que es de lo que se trata. Que otros se queden la amargura y la mala hostia.

Vamos a crear, a movilizarnos, a apoyar y a tirar abajo este sistema, claro que si, pero lo vamos a pasar bien, porque ya está bien de salir cabreado de las reuniones y asambleas.

Si no se puede bailar, tampoco es mi revolución